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El martirio de San Sebastián

Bonifacio


Oleo sobre lienzo
Medidas: 130x170 cm
A.C.A.C. Grupo La Toja Hoteles

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Procedencia:
Col. artista / Gal. Juana Mordó, Madrid / Gal. Helga de Alvear, Madrid / C.A.C.- Museo Patio Herreriano, Valladolid

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Exposiciones:
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Bibiliografía:
AA.VV, Bonifacio Alfonso, Madrid, Turner, 1992, 36, rep. c; Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 189, rep.c.

Comentario:
La pintura de Bonifacio se adentra en el territorio del subconsciente, en una especie de duelo cuerpo a cuerpo entre el pintor y el lienzo. Como el propio artista ha manifestado, su actitud ante el cuadro se formula como una aventura ante lo desconocido, y al mismo tiempo como un combate en el que se hallan implicados muchos aspectos, pudiendo desembocar en ocasiones en un cierto sentido dramático. Algunos de esos aspectos que conlleva la pintura son de carácter técnico, y otros de tipo sensorial y formal. El óleo es su medio de expresión privilegiado, cuyo lenguaje material conoce muy bien y explota en todos sus recursos. Aunque en muchos casos parte de dibujos previos, la obra no está predeterminada, sino que se despliega según el gesto espontáneo y el descubrimiento de lo inesperado. Para Bonifacio es fundamental que el acto creativo se vaya desvelando en el proceso, donde se vuelcan las contradicciones, confusiones y derivaciones sensoriales del artista proyectándose sobre el lienzo. En este sentido es clara la filiación surrealizante de Bonifacio, cuya obra de madurez, esto es, la que desarrolla desde los años setenta, es deudora de planteamientos básicos como el automatismo en tanto liberación del subconsciente a través de la pintura. El martirio de San Sebastián es un exponente claro de la incidencia que el surrealismo y el expresionismo abstracto ha tenido en su obra. Preserva Bonifacio la existencia de elementos figurativos más o menos distorsionados, que se distribuyen por la composición llenándola hasta saturarla, en un "horror vacui" que, sin embargo, en El martirio de San Sebastián no se produce. Aquí el pintor ha despejado la composición, reduciendo el número de figuras y situándolas en un espacio más liviano y habitable, dominado por los amarillos ácidos en los que se mueven. Estas figuras híbridas son características de su pintura: proceden de la pura fantasía y su aspecto biomórfico recuerda a insectos y otras criaturas producidas por el capricho del azar en el trazo automático y libre. Son claros los puntos de contacto con las imágenes de Arshile Gorky, de Roberto Matta, e incluso, ya más lejanas, con los monigotes picassianos de, por ejemplo, "Sueño y mentira de Franco", de 1937. La línea en la pintura de Bonifacio es constructora de formas y procede del imaginario más oculto. Matta habló de ella resaltando su movilidad vitalista: "es una línea que canta, es una línea que baila, son líneas de veras, son las mismas líneas que se encuentran en la anatomía, en la zoología, en el ser humano..." CB

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