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Julio González

1941
Lápiz y tinta china sobre cartulina
Medidas: 24,5x15,7 cm
Asociación Colección Arte Contemporáneo

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Procedencia:
Col. artista / Col. Roberta González, París / Col. Ángel Ferrant, Madrid / Col. particular, Madrid / C.A.C.-Museo Patio Herreriano, Valladolid

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Exposiciones:
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Bibiliografía:
Museo Patio Herreriano. Arte Contemporáneo Español, Colección Arte Contemporáneo y Ayuntamiento, Valladolid, 2002, 329, rep.c.

Comentario:
Este dibujo le fue regalado a Ángel Ferrant por Roberta, la hija de Julio González, en 1957. A Ferrant se le había concedido el Premio Julio González, y Roberta, conociendo la admiración que el escultor madrileño sentía por su padre, completó el galardón enviándole un dibujo de éste. Las cartas que dan cuenta de este obsequio están conservadas en el Fondo Ferrant, C. A. C.- Museo Patio Herreriano, y en el I.V.A.M. de Valencia: “...en mis primeras estancias en París vi esculturas de su padre que dejaron en mí una huella peculiar imborrable” (carta de Ferrant a Roberta González, 5 de julio de 1957, I.V.A.M.) “Aquí me tiene contemplando ese dibujo de precocidad increíble sin darme cuenta todavía de lo que para mí –muy en primer término para mí- representa, porque cada vez que lo miro estoy mas seguro que cada día me afianzará en mis convicciones más queridas” (carta de Ferrant a Roberta González, 20 de julio de 1957, I.V.A.M.). Permaneció desde entonces en la casa de Ferrant y a su muerte pasó a los herederos, por lo que es un dibujo inédito no incluido hasta ahora en los catálogos de referencia. Existe un certificado emitido por Vivianne Grimminger, legataria universal de González, firmado en París el 13 de julio de 2000. Guarda una estrecha relación con otros dibujos del mismo año, especialmente con Homme Fusee, fechado el mismo día y mes. Respecto a los demás dibujos que hemos comentado, destaca un tratamiento distinto de la técnica, pues González hace uso de la aguada de tinta que cubre el fondo superponiéndose a rayados de pluma aun visibles, y de un característico modo de sombrear. Hacia 1940 utiliza punteados y tramas de líneas entrecruzadas para obtener valores tonales intermedios. El cruce de las líneas responde a la tradición del plumeado en los dibujos con tinta desde el Renacimiento, aunque Julio González lo emplea aquí con rotundidad, creando tramas abiertas de líneas gruesas con las que valora su condición de medio gráfico expresivo por sí mismo. El personaje está constituido por elementos macizos curvos semejantes a los que vemos en Personnage bizarre, que parecen apoyarse unos en otros dejando espacios vacíos. De nuevo puede hablarse de relación con la obra de Picasso en Dinard y los llamados "monumentos". Sin embargo, Julio González vuelve a emplear elementos típicos de su propia iconografía como son las grandes manos asimétricas y las púas que caracterizaban a sus dibujos de hombres cactus. Esta monumental figura es uno de los muchos estudios para crear una figura abstracta que, junto con nuevas versiones de la mujer campesina, constituyeron dos polos fundamentales de su trabajo al final de su vida: una opción naturalista y otra abstracta. CB

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